Pedro era extranjero y vivía desde hacía varios años en Tucumán. Pero un día murió y sus amigos se vieron en la situación de decidir qué hacer con él. “Hablamos con la familia y le dimos la triste noticia. Luego, un hermano vino para llevárselo, pero no pudo hacerlo porque el traslado del cuerpo hasta Europa era carísimo. Había sólo una solución, cremarlo”, relata Julián. Pero en Tucumán nunca se prestó ese servicio, así que los amigos de Pedro debieron llevar su cuerpo hasta el crematorio más cercano, en Güemes, provincia de Salta. Sólo así fue posible llevar sus cenizas para que descansaran en la lejana tierra donde Pedro había nacido.
Sea por situaciones parecidas o por cumplir con la voluntad del fallecido, todos los meses parten entre 10 y 15 furgones desde Tucumán hacia los dos crematorios que hay en Salta o hacia el de Córdoba. En Tucumán, los intentos por instalar hornos se vieron frustrados por diversos motivos, entre ellos, el rechazo de los vecinos. Mañana se conmemora el Día de los Fieles Difuntos y el debate sobre esta opción se reaviva.
Algunos números
La cremación en sí no cuesta más que $ 4.000 o $ 5.000. El servicio se encarece por el traslado, y por eso llega costar entre $ 10.000 y $ 13.000. “Debemos enviar el vehículo con dos empleados, y el viaje dura dos horas y media o más, según la distancia. En Salta hay que sacar turno, y si tenemos dos horas de espera ahí se nos van siete horas entre ir y venir”, explica el empresario José Antonio Flores, de la empresa que lleva su apellido.
Se estima que en Tucumán la demanda podría llegar al 30% de las inhumaciones, como ocurre en otras ciudades del país y del mundo. El porcentaje disminuye drásticamente en el interior por “una cuestión cultural”, dice Gustavo González, gerente del cementerio de San Agustín. Por ahora, por cada 200 servicios que realiza la empresa Flores al mes, unas 30 personas consultan por cremación y la mitad la concreta, revela Flores. En el caso del cementerio San Agustín de Yerba Buena, sobre 70 inhumaciones mensuales, en 15 se pregunta por el servicio de cremación.
La empresa Flores está en tratativas para poner en funcionamiento un horno crematorio el año próximo en una zona no urbana. El lugar no será revelado hasta que no estén terminados todos los trámites necesarios, dijo Flores, que ya tiene la experiencia de haber impulsado un proyecto similar, que se frustró por la negativa de los vecinos.
“Todavía no está aprobado, pero tenemos la carpeta. El estudio ambiental para presentar en la Secretaría de Medio Ambiente está en proceso; y a los permisos municipales ya los tenemos”, explicó. Anticipó, a la vez, que se instalarán hornos modernos, de modo que no habrá emisiones de gases contaminantes.
González celebra la propuesta y cuenta que en el cementerio San Agustín ya se están habilitando parcelitas más chicas -y más económicas- para las cenizas.
La razón es que nadie se queda con las cenizas en su casa. Se colocan en urnas y se dejan en cenizarios, en los cementerios o en iglesias. O se las tiene un tiempo y después se las esparce por algún lugar que fue significativo para el fallecido. Las cenizas de Mercedes Sosa, por ejemplo, volaron por los cerros tucumanos y por los cielos de Mendoza y de Buenos Aires.
Las iniciativas de instalar un crematorio no fueron sólo privadas: la ex directora de Cementerios de la capital, Alicia Belmonte, contó que la Municipalidad presentó un proyecto para crear un crematorio en el Cementerio del Norte, dentro del sector denominado Jardín. Pero se frenó porque los vecinos se oponían.
Cementerios colapsados
La cremación no es sólo una opción, sino también una cuestión de espacio. Con 25.000 sepulturas, el cementerio del Norte está a punto de colapsar. El cementerio jardín del Norte, con 12.000 tumbas, tiene apenas para cinco años más. Y en el del Oeste se han agotado las concesiones, explica Belmonte. Su sucesor en el cargo, Carlos Petersen, dijo a LA GACETA que insistirá para que la Municipalidad lleve a cabo su proyecto. Se valdrá de la vigencia de la Ordenanza 4.050, del 29 de octubre 2008, por la cual se aprobó el servicio en la capital.
En Yerba Buena, el nuevo intendente Mariano Campero no se anima todavía a hacer comentarios. “Es un tema complejo que hay estudiar y analizar en profundidad”, respondió, cauteloso.
El defensor del Pueblo, Hugo Cabral, también está a favor de la instalación de crematorios. En 2012 envió un informe a la comisión de Medio Ambiente de la Legislatura y propuso la sanción de una ley que deje en claro presupuestos mínimos para la instalación y el funcionamiento de hornos crematorios, para que sobre esa base los municipios puedan dictar sus ordenanzas.
Cabral fue contundente: “es necesario que exista este servicio en la Provincia desde el punto de vista económico, ambiental y funcional, por el poco espacio que queda en los cementerios”.
El Medio Ambiente